Hace tiempo hablamos de los furoshiki japoneses. Y es que, aunque no sea algo en lo que frecuentemente pensemos, el packaging de los diferentes países (o incluso de ciudades, pueblos o zonas muy concretas), está fuertemente unido a su historia: a procesos industriales en los que se desarrollaban diferentes materiales, a guerras o conflictos que reducían la disponibilidad de los envases y la calidad de los mismos y agudizaban la imaginación, o a movimientos artísticos, por ejemplo. Japón es uno de los países de moda ahora mismo; todo nos fascina: su comida, su cultura, y, por supuesto, su packaging. Pero que el diseño y el packaging japonés sean lo que son hoy en día, es fruto de un largo proceso. Veamos el origen de alguna de sus características actuales.

Sexualización. Si por algo se puede caracterizar la sociedad japonesa es por la cantidad de normas con las que conviven día a día. Estas normas facilitan la convivencia de una sociedad masificada, pero también anulan al individuo, ya que buscan el equilibrio social por encima de todo, penalizando practicamente cualquier acción individual. Por ejemplo, en Japón es de mala educación besarse o abrazarse en público, beber de un vaso antes que una persona de mayor edad que te acompañe en la mesa, o tomar cualquier tipo de iniciativa en tu empresa, “menospreciando” así a tus jefes o a los empleados con más edad y experiencia. Esta represión no excluye al sexo, el cual podemos encontrar paquetizado y se vende prácticamente en cualquier formato, resultando muy explícito en algunos de los packaging que utilizan, con niñas con atuendos y posturas sexualizadas, o con comida (sobretodo dulces) con formas de lo más explícitas.

Wabi-sabi. Esta corriente estética japonesa, se refiere a la “belleza imperfecta, impermanente e incompleta”, tanto la que se encuentra en la naturaleza como la creada por el hombre. Un ejemplo de wabi-sabi sería una mesa de madera con marcas en la superficie por su uso, un árbol que adopta una forma poco convencional o una taza con un pequeño defecto de fabricación en su dibujo.


El packaging del packaging. Otra de las características del packaging japonés, es que a los japoneses les encanta el packaging. Y con esto me refiero a que les gusta utilizar lo máximo posible, haciendo que muchas veces haya más packaging que producto. Si compramos una tableta de chocolate, por ejemplo, nos podemos encontrar con que cada “onza” ha sido cuidadosamente envuelta, dentro del propio envase. En la foto, unas cerillas envueltas en celofán.

Arte zen. Siendo la escuela budista más conocida y apreciada en occidente, el zen, en su aplicación artística, se podría caracterizar por la búsqueda de la naturalidad, armonía, fluidez, misticismo y sencillez. Un claro ejemplo son los jardines Zen que todos conocemos. En cuanto al packaging se refiere, hablaríamos de diseños austeros, con colores y formas orgánicos y que huyen de cualquier detalle o información que esté de más. Podemos decir que el opuesto occidental al zen es el arte barroco.


Segunda guerra mundial. Si hay algo que diferencia el diseño japonés de, en general, el occidental, es que en el japonés es muy fácil identificar diseños “infantiles”: utiliza colores vivos y brillantes, y muchos dibujos de niños, mascotas o personajes ideados exclusivamente para la marca. El motivo parece ser que surge después de la Segunda Guerra Mundial: ante la derrota japonesa frente a Estados Unidos, los japoneses tomaron una actitud de sumisión, reflejando la misma en sus diseños en forma de motivos infantiles.

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Fuentes: wikipedia.org, store.kaufmann-mercantile.com, etsy.com, asianfoodgrocer.com, dandeluca.com, atelier29.blogspot.com.es, wikipaintings.org, photostaud.com.